Para innovar hacen falta innovadores. Eso es de género tonto. Y ¿quiénes son los innovadores? ¿qué características tienen? ¿se potencian esos perfiles en nuestro sistema educativo y profesional?
Muchas preguntas, así que vamos a intentar darles debida respuesta, pero antes de interesarnos por los innovadores:
¿Por qué es necesario innovar?
Anteriormente hemos hablado de la diferencia entre I+D e Innovación, pero ¿por qué iba a querer innovar una empresa?
La vida de los modelos de negocio se acorta. Esto lleva pasando cientos de años, prácticamente desde la Revolución Industrial, lo que ocurre es que en las últimas décadas la aceleración de este proceso ha sido espectacular. Nadie pretende ahora vivir del mismo modelo de negocio sin modificar 20 años (o si no, me mienten cada vez que doy una clase sobre esto… porque nunca nadie dice que sí).
¿Por qué? Porque sabemos que la competencia utilizará la tecnología y el conocimiento que se vaya generando para poner en marcha modificaciones en sus modelos de negocio. Estas modificaciones serán incrementales o radicales, pero siempre van a ir destinadas a atacar al negocio actual tal y como está diseñado. Es decir: que si no hacemos nosotros ningún cambio, la competencia sí lo hará y nos lo hará pagar. A lo mejor con la extinción.
Las migraciones de valor, la tecnología, las tendencias socioeconómicas y los cambios en los gustos del consumidor generan una ola de cambio que puedes afrontar de dos maneras: mirar mientras llega sin hacer nada (o peor aún: ignorar que existe la ola) y conseguir que rompa encima de tu negocio causando grandes desperfectos. La otra es intentar estar atento y, con algo de suerte, capitalizar la oportunidad surfeándola para mejorar tu negocio.
Innovar es surfear. Ni es fácil ni es seguro, implica riesgo, pero es la mejor opción que tienes para que tu modelo de negocio evolucione y se adapte a los tiempos. El resultado puede ser sobrevivir, lo cual es bastante bueno en sí mismo, o aventajar a la competencia. Lo cual es aún mejor. Por cierto: no hacer nada en realidad implica más riesgo que esforzarte en innovar. Piénsalo.
El perfil tipo T
Los innovadores tienen un perfil que les permite unir puntos entre diferentes áreas de conocimiento que muchas veces están bastante separadas entre sí. Además, suelen ser perfiles creativos que generan alternativas y soluciones novedosas ante los problemas que se les presentan porque manejan una gran cantidad de patrones abstractos de problemas y soluciones, lo que les permite reconocer patrones y unir bloques como si estuvieran armando un puzle. Añadirán todo tipo de conocimiento, información, tecnología y tendencias que conozcan o a las que hayan sido expuestos a su máquina algorítmica y lógica (donde mezclan creatividad y pensamiento lógico) y crearán opciones nuevas.
Eso es un innovador. Eso es lo que hace.
A este tipo de perfil se le conoce como perfil tipo T porque tiene conocimiento de diferentes áreas y es experto en, al menos una de ellas. Hay perfiles tipo T, N y M (conocimiento amplio en disciplinas distintas y expertos en más de una), pero centrémonos en el T.
También se les conoce como polinizadores cruzados porque mueven conocimiento desde una disciplina a otra y polinizan para crear algo nuevo y podemos relacionarlos también con la definición de polímata (del griego: el que aprende mucho).
Leonardo da Vinci es considerado como el «hombre del renacimiento» y el polímata por excelencia. Pero los filósofos griegos, con conocimientos amplios en diferentes disciplinas también cumplirían con la definición de polímata.
La cuestión es que:
Para innovar es clave unir creatividad y lógica, igual que poder aplicar conocimiento, herramientas y soluciones de diferentes disciplinas para crear algo novedoso.
¿Estamos potenciando los perfiles tipo T?
No. Esa es la respuesta corta.
La larga es que los sistemas de educación en todo el mundo están diseñados para seguir reglas y para las personas que están en la media. Esto es así porque son sistemas de educación masivos, no personalizados. Entonces: si un alumno quiere explorar, en vez de seguir reglas, o se sale de la media por arriba o por abajo, lo llevará mal en la educación reglada.
Admiramos a los innovadores cuando consiguen algún resultado llamativo, pero nos esforzamos por crear «seguidores de reglas temerosos» y no pensadores independientes, como diría Chamath Palihapitiya:
En mi clases, tanto a jóvenes recién egresados como a profesionales en la mitad de su ciclo profesional, suelo preguntar siempre si los alumnos son conscientes de la radical verdad que significa que seguir siempre las reglas implica, obligatoriamente, no poder innovar. Muchos no lo habían considerado desde esa perspectiva.
¿Y cómo se prospera en el sistema educativo? Contestando lo que te piden que respondas cuando te lo piden. Nada que aprendas fuera de eso que se te pregunta será valorado. Nada que quieras explorar encontrará guía, sino que tendrás que hacerlo tú sólo, porque no pertenece al temario. Excepciones a esto las hay, pero son testimoniales.
Es por eso que muchos innovadores son autodidactas. Muchos no han acabado (algunos ni empezado) su educación superior (valgan los clásicos: Steve Jobs y Bill Gates) . Incluso muchos que sí tienen educación superior consideran que su aprendizaje ha dependido siempre de ellos, no del sistema, al que han visto como un mal menor del que han sacado lo que han podido, pero no le han confiado su aprendizaje.
«Nunca he dejado que la educación entorpeciese mi aprendizaje»
Mark Twain
Siendo todo esto así, llama la atención el desfase que existe entre lo que estamos preparando y potenciando y lo que luego buscamos como habilidades profesionales porque, ¿qué dice el informe del Foro Económico Mundial sobre las habilidades más buscadas en el trabajo para 2025?
Innovación es la primera de esas habilidades más buscadas, junto con pensamiento analítico. Aprendizaje continuo y «saber cómo aprender», generación de ideas y resolución de problemas.
Leía el otro día que hay muchas empresas «potenciando la innovación» con cursos de creatividad, etc. Me dio entre pena y risa: uno no coge a un profesional acostumbrado a seguir reglas desde primaria hasta sus actuales 45 años y lo convierte en un innovador creativo con un curso. El innovador creativo-lógico ha tardado toda su vida en serlo. Es un proceso que le ha llevado el aprendizaje de toda una vida y el enfoque de cuestionarse las reglas como método. Permitidme ser escéptico con medidas rápidas que buscan efectos rápidos en cosas que se fraguan a fuego lento.
Si haces lo que todo el mundo hace no podrás hacer nada nuevo. Es una obviedad. Otra obviedad es que si no respondes lo que el profesor quiere suspenderás y si sabes cosas de economía mientras estudias química no tendrán ningún valor para tu progreso en la carrera. Sin embargo, el primer día que pises el mundo real sí lo tendrá. Ese es el desfase…
¿Y entonces, qué hacemos?
Potenciar el perfil tipo T
Si el sistema no lo da, lo tendrás que poner tú. Así de simple. Acuérdate de Mark Twain.
Ahora bien: ¿todo el mundo tiene que ser un innovador? Me preguntan esto muchas veces. No, todo el mundo no tiene que serlo, pero el esforzarse por construir una T de conocimiento más que una I especializada en un sólo área sin conocimiento alguno fuera de ella creo que es algo positivo en general para cualquier profesional. Siempre suma, aunque no vayan a hacer de eso el núcleo de su diferenciación profesional.
Los innovadores, los que aspiren a serlo, sí que pueden empezar a trabajar en ese perfil tipo T. Seguramente ya lo están haciendo sin saberlo. Tal vez tras leer esto puedan perseguirlo de forma todavía más sistemática, teniendo el convencimiento de que no es una pérdida de tiempo, sino al revés: el perfil del innovador es el perfil del presente y del futuro próximo (ya veremos cuando lleguen las máquinas).
Los innovadores en la empresa
Cuando queremos generar innovaciones en una empresa para crear nuevas líneas de negocio, productos o rediseños en el modelo de negocio que genere ventajas competitivas muchas veces no tenemos a las personas adecuadas para hacerlo porque no tenemos muchos perfiles tipo T alrededor. Son escasos.
Esto se puede resolver al menos de 3 maneras
- Traer a los innovadores desde fuera para que inyecten ese tipo de enfoque para un problema concreto o para ayudar a la empresa a innovar o modificar su modelo de negocio. Típicamente contratando a consultores expertos en innovación.
- Crear grupos de trabajo que formen una T por la suma de varios perfiles profesionales que, combinados, abarquen diferentes áreas de conocimiento y estén especializados en una o varias.
- Selección de perfiles tipo T: buscarlos en el mercado laboral e intentar atraerlos. Esto es más fácil decirlo que hacerlo. Si lo vas a hacer ten en cuenta que debes dejarles autonomía y espacio para que puedan desarrollar lo que precisamente estás buscando, si no, posiblemente acaben yéndose de la empresa igual que llegaron